Primera etapa
La Iglesia es verdaderamente Madre, nuestra madre la Iglesia, ¡qué bello llamarla así: nuestra madre la Iglesia! Una madre que nos da vida en Cristo y que nos hace vivir con los demás hermanos en la comunión del Espíritu Santo. En su maternidad, la Iglesia tiene como modelo a la virgen María, el modelo más bello y más alto que pueda ser. ( Papa Francisco)
Experiencia Significativa: Renovar nuestra identidad Bautismal y celebrar comunitariamente la fe a través de los sacramentos.
Cuando la Iglesia sale de sí misma para ir al camino en el que se encuentran los heridos, entonces se des-centra realmente y, así, se asemeja en algo sumamente fundamental a Jesús, el cual no se predicó a sí mismo, sino que ofreció a los pobres la esperanza del Reino de Dios. María, la Buena Samaritana por excelencia, le enseña a la Iglesia que es la necesidad del otro la que nos descentra y la que nos lleva a vivir el principio de la Misericordia hasta las últimas consecuencias.
Experiencia Significativa:
“La Iglesia es la familia de Dios y en esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario, por ello la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento para todo bautizado y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado casualmente (cf. Lc 10, 31), quienquiera que sea.
“Vivir conscientemente las obras de Misericordia espirituales y corporales”